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24 de Marzo de 2014
El prestigiado director de cine Jim Sheridan (Dublín, Irlanda, 1949) habló de su relación con los actores, de las peripecias en sus películas, de la forma de mover la cámara y de su propia autobiografía; como el filme En América (2002), en el que retrata la vida de una familia irlandesa inmigrante en Estados Unidos en la década de los años ochenta. Lo anterior, frente a 70 estudiantes de cine, al inaugurar el Talents Guadalajara que cada año organiza el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG29).
Inaugurado el Talents por la responsable del Berlinale Talents, Cristine Tröstum; la directora del Goethe Instituto de Guadalajara, Jenny Mügel y por el director del FICG29, Iván Trujillo, la charla, conducida por Juan Mora, transcurrió en una especie de crónica de su historia en Estados Unidos, cuando llegó a inicios de esa década de los ochenta, junto con su mujer y sus dos hijas. Una vez allí, Sheridan se matriculó en la Escuela de Cine de la Universidad de Nueva York, para un curso de seis semanas.
“Cuando hice Mi pie izquierdo (1989), que fue un éxito, yo sabía que tenía que ser un hit en Norteamérica antes de serlo en Irlanda. Cuando hago una película mi vida real empieza a transformarse en la película que estoy haciendo. Siempre pienso que las películas y las representaciones son una realidad alterna, y ser la realidad de lo que creemos. Yo soy narcisista. Si hay un perro ladrando en una escena, me pongo ahí en los personajes. Es como un juego de ajedrez. Entre menos personajes pongas, mejor. Me gusta tratar el drama en una manera redondeada”.
Jim Sheridan, el homenajeado internacional del FICG29, relató que aunque Daniel Day-Lewis le parece un actor impresionante, confesó que quien más le ha impresionado es el alemán Klaus Kinski. “Todos mis actores favoritos son capaces de hacer cambios, pero mi actor favorito, el más comprometido, es Klaus Kinski, porque trata a la cámara como a una persona, como si dios lo estuviera viendo a través de ella. Él se metía a la cámara y estaba loco, loco, pensaba que la cámara era una forma de ver su alma”.