Asociación Nacional de Universidades
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29 de Junio de 2006
“Quien obtenga el voto ciudadano para gobernar a la República Mexicana tiene planteado un escenario de mínima diferencia, por lo que todo parece indicar que la verdadera contienda viene después del proceso electoral y que, desde luego, quien asuma el gobierno de la República tendrá como primer asunto de importancia la expectativa de hacer gobierno para todos los mexicanos”, aseguró el Doctor Serafín Ortiz Ortiz, Rector de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, al iniciar el simposio “La Gobernabilidad a Debate. Proceso Electoral 2006”, en el que participaron los destacados intelectuales Alfonso Zárate, José Luis Reyna y Ricardo Alemán.
Agregó que “éticamente los universitarios tenemos el deber de convertirnos en el faro de luz que permita ir construyendo el horizonte en el que se inscribe el proceso de la transformación política que devendrá en un ejercicio de gobierno de la administración pública federal después del proceso de elección.
Con esa preocupación, aseguró haber propiciado la intervención de los comentaristas, a efecto de compartir la información privilegiada que ellos tienen “porque sabemos la magnitud de su intelecto y de su trayectoria como analistas de la política”.
El maestro Alfonso Zárate Flores realizó una exposición de los conceptos de gobernabilidad que han esbozado tanto organismos como especialistas. Como ejemplo de definición de uno de éstos últimos citó: “Gobernabilidad es la calidad del desempeño a través del tiempo”, sobre la que señaló la oportunidad, eficacia, coherencia y aceptación de las decisiones.
Como definición de gobernabilidad hecha por un organismo, Zárate citó la del Banco Mundial, que señala seis variables a considerar: 1) participación política y rendición de cuentas; 2) inestabilidad y violencia política; 3) eficacia gubernamental; 4) capacidad regulatoria; 5) estado de derecho y 6) corrupción.
Señaló como posibles desafíos de gobernabilidad para el próximo presidente de la República, gane quien gane —aunque hoy el fútbol y la contienda electoral parecen marginarlos de la agenda pública—: una nación plagada de focos rojos y prendida con alfileres, con millones de personas en condiciones de pobreza y miseria, una parte del territorio nacional secuestrado por la industria del narcotráfico; una falta de crecimiento la bomba de tiempo que es el manejo de PEMEX y sus recursos, así como y la dependencia económica que significan las remesas, factor muy importante de ingresos, de los millones de mexicanos en Estados Unidos.
El Doctor José Luis Reyna señaló que si la democracia de un país decepciona, entonces se está ante un riesgo de ingobernabilidad. En la medida en que no se combata la desigualdad, dijo, no avanzará la democracia.
Afirmo que le parecía preocupante que se perciba a los medios de comunicación y a las organizaciones empresariales como los que realmente ejercen el poder, y que México es un país que tiene una de las campañas más largas (esta ha durado años), cuando algunos países de Europa las despachan en dos meses y punto. Nuestra democracia es agresiva porque “aquí cuesta 1,500 millones de dólares, 15 mil millones de pesos la elección de 2006”.
Citó a Cheresky en su definición de democracia como “la incertidumbre organizada” y lo afirma el que no sabemos quien va a ganar pero sí a qué se va a enfrentar, como son las condiciones de pobreza, desigualdad, crimen organizado, y otros retos difíciles en los que intervenimos fundamentalmente nosotros como ciudadanos.
Por su parte el licenciado Ricardo Alemán afirmó que la legitimidad de un gobierno “va en relación directa con su capacidad de satisfacer las exigencias de amplios grupos sociales o, si se quiere, la legitimidad, en el marco de la gobernabilidad, es la capacidad de un gobierno de un estado para alcanzar el mayor consenso social posible”.
Hablo de la variable de la legitimidad, negó que estemos frente a una elección de estado y sostuvo que no hay duda de que quien resulte ganador la noche del 2 de julio, será presidente electo de manera legítima, legal si se quiere, según las reglas del código que todos dicen haber aceptado. Pero la legitimidad institucional no es lo mismo que la legitimidad política”.
Acotó que quien resulte ganador: López Obrador, Calderón o Madrazo, carecerá de la legitimidad política “porque habrá sido electo sólo por alrededor de 15 millones de votantes, de un universo de potenciales electores mayor a los 70 millones”.