La participación de la sociedad, esencial para contener el COVID-19

19 de Marzo de 2020

La participación de la sociedad, esencial para contener el COVID-19


16 de marzo de 2020

• Una charla sobre el tema tuvo lugar en la Unidad Cuajimalpa de la UAM

En México hay un buen escenario, de cara al coronavirus COVID-19, si se toma en cuenta que la epidemia comenzó a miles de kilómetros y hace varias semanas, lo que “nos ha permitido aprender cómo evitar la propagación de la enfermedad, aunque debemos estar atentos a su evolución, que en las próximos días será crítica, por lo cual es fundamental la participación de la sociedad, explicó el doctor Mauricio Rodríguez Álvarez en una charla que ofreció en la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En este contexto, resulta prioritaria la creación de estrategias a través de alertas sanitarias, planes de acción; definición de etapas; roles y responsabilidades; lineamientos específicos técnicos; pruebas de diagnóstico en laboratorios centrales y transferencia de tecnología a las instancias locales; capacitación; programas para la atención clínica en todos los niveles, y preparación de hospitales.

El nuevo coronavirus es como un catarro común que en la mayoría de casos no avanza más, pero el problema es cuando el virus se aloja en una persona con un sistema inmune débil, que tiene una condición predisponente o en mayores de 60 años, como suele suceder con la influenza.

La mayoría de infecciones respiratorias es ocasionada por virus: rinavirus, influenza, parainfluenza y coronavirus, aunque hay también algunas bacterias que provocan afecciones respiratorias y son menos frecuentes: faringitis estreptocócica, sinusitis o tosferina, mucho más localizadas.

En el mundo existen cuatro tipos de coronavirus que circulan desde hace años y son la segunda causa de catarro común; esta familia de virus que se descubrió en los años 60 del siglo pasado y su nombre deriva de su imagen, en forma de corona solar; está constituido por ácido ribonucleico (RNA), una molécula sumamente frágil en la célula que puede sufrir varias mutaciones.

El COVID-19 no es el primer coronavirus que genera alarmas, ya que hubo dos epidemias previas que resultaron muy agresivas, la primera en 2002 (SARS-COV) que se inició en China y tuvo alrededor de ocho mil casos, 774 muertes en 30 países, descubriéndose que el virus provenía de los murciélagos, con una escala evolutiva; debido a que se encontró relativamente rápido fue controlado con medidas de contención y mitigación.

En 2012, en Arabia Saudita hubo otra epidemia por coronavirus MERS-COV, que llegó al ser humano a través del camello, que fue infectado por el murciélago; en esa ocasión se diseminó por 27 naciones con casi 2,500 casos y 858 muertes, señaló el vocero de la Comisión para atender la emergencia del Coronavirus en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El COVID-19 se detectó en los últimos días de diciembre de 2019 en Wuhan, provincia de Hubei, China, una ciudad en la que están asentadas 250 de las 500 empresas más grandes del mundo. Pasaron dos semanas entre el descubrimiento de ese nuevo coronavirus y su anuncio al mundo, y la epidemia creció a gran velocidad porque coincidió con un periodo vacacional en el que los chinos viajan a diferentes lugares de la nación.

“Cuando vemos cómo se comporta el padecimiento, la gran mayoría de casos pasa como un catarro común y sólo diez por ciento presenta molestias que van de moderadas a severas. Entonces, no se puede considerar que estemos frente a una enfermedad mortífera, pero sí puede complicarse en gente con factores de riesgo. La letalidad varía dependiendo del grupo, la edad e incluso de las condiciones del país”.

El contagio se transmite a través del moco nasal o de gotas de saliva que se expulsan al estornudar o toser si se está a un metro de distancia de la persona con el virus, y a mayor distancia donde la enfermedad está presente en todo un entorno. Además, si se lleva algo de fluido nasal o bucal a su mano, lo que toque será también punto de contagio, como mesas, teclados de computadora, artículos deportivos, manijas, barandales, teléfonos, pañuelos desechables y telas, tal como sucedió con la epidemia de la Influenza A (H1N1).

Este coronavirus es menos grave que la influenza, pero tiene mayor potencial de contagio porque no tiene ningún grado de inmunidad hasta ahora. Actualmente no existe un tratamiento antiviral específico, sólo medidas generales como reposo, control de la temperatura y molestias, evitar la exposición al medio ambiente y con otros individuos, y vigilar la evolución del mal.

Globalmente se ha llegado a más de 170 mil personas infectadas por este virus, la gran mayoría en China que suma más 80 mil, aunque la tasa de contagio en este momento es mayor fuera de China. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que la epidemia está presente en 130 países; el número de casos ha crecido rápidamente, no obstante en China se ha frenado relativamente su propagación y se ha logrado una cura total en un número significativo de casos.

En Italia se ha registrado una cantidad importante de gente que padece este virus, y de ahí ha sido más factible su diseminación a otras naciones, como los casos de Estados Unidos, Brasil y México. Hay una mayor alerta en el África Subsariana por la presencia numerosa de casos de VIH, tuberculosis, desnutrición y una pobre infraestructura sanitaria, y en la región de conflicto armado de Siria, Irak, Irán, donde hay un constante desplazamiento y una capacidad sanitaria débil.

El doctor en Ciencias Bioquímicas por la UNAM vaticinó que en las próximas semanas podría haber cientos de casos en México, pero subrayó que gracias a que “tenemos elementos de prevención será viable situar cómo se desarrolla la epidemia, con lo que las intervenciones serán mucho más puntuales guiadas por el conocimiento científico y la experiencia que nos precede. No hay que esperar a resolver la epidemia en los hospitales, sino a detenerla en la comunidad”.