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18 de Noviembre de 2014
Las lenguas indígenas del país, entre ellas el tarasco o purépecha, fueron recopiladas por los primeros frailes que llegaron a estas tierras después de la conquista española. La práctica de la escritura de la lengua tarasca, relacionada mayoritariamente con la evangelización, se mantuvo por dos siglos, pero para el siglo XVIII su uso casi desaparece frente al español, que se empleaba en el ámbito de la vida cívica, y del latín, presente en la vida religiosa.
De acuerdo con “Estadísticas a propósito del Día Internacional de las Poblaciones Indígenas. Datos de hablantes de lengua purépecha” (INEGI 2007), en el país 105 mil 556 personas hablan purépecha. Además, esta lengua ocupa el lugar 15 entre las lenguas indígenas que se hablan en México.
La doctora Cristina Monzón García, investigadora de El Colegio de Michoacán, se ha ocupado del estudio de la lengua purépecha porque “como lengua aislada nos abre una ventana particular de la creación humana. Desafortunadamente el purépecha está siendo arrinconado a ámbitos muy reducidos de la comunicación sin tener la posibilidad de participar activamente en el mundo moderno”.
Una segunda vertiente de investigación de la especialista en lingüística histórica, es el estudio de documentos escritos en la lengua purépecha durante la época de la colonia, que no sólo complementa el análisis de la lengua moderna sino que aporta información a la historia del pueblo tarasco.
Durante el Segundo Encuentro Ciencia y Humanismo Centro, Monzón García abordó el problema de la traducción de la lengua tarasca al español en la conferencia “La Casa tarasca y sus habitantes en la época prehispánica”. Recordó que la conquista trajo consigo a un grupo de frailes franciscanos y agustinos que desarrollaron dos gramáticas y tres diccionarios, material que permite a los lingüistas conocer la lengua utilizada en ese periodo histórico, ya que la comunidad de habla tarasca poseía un sistema de comunicación escrita en códices o erangaqua.