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5 de Agosto de 2025
Una travesía intelectual por los dilemas éticos, históricos y políticos que enfrenta cualquier sociedad en la construcción de paz, inspirándose en las figuras de Nelson Mandela y Desmond Tutu como referentes universales, ofreció el académico Pietro Ameglio Patella durante su conferencia magistral en las Jornadas por la Paz UAM 2025, realizadas en la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Al participar en la conferencia magistral: Mandela y Tutu: Dos constructores de paz desde la no violencia, el activista por la no violencia trazó un recorrido que entrelazó temas como el genocidio en Gaza, la resistencia civil en Sudáfrica, la crisis humanitaria en México y los desafíos conceptuales de la paz.
Su intervención se caracterizó por una profundidad epistémica que invitó a pensar más allá de narrativas heroicas, desafiando al público, especialmente a estudiantes, a reflexionar desde la conciencia ética, la acción colectiva y la dignidad.
Recordando la infancia de Mandela como pastor en el Transkei, subrayó cómo el contacto con la pobreza urbana lo llevó a comprender que "no se puede ser libre si el pueblo no es libre". Fue ese despertar político, alimentado por la lucha legal y posteriormente por la acción armada, lo que forjó en Mandela una coherencia profunda, aunque no rígida, que lo acompañó por más de 80 años de vida.
El profesor e investigador de la Universidad Autónoma de México (UNAM) resaltó que Mandela vivió múltiples etapas: abogado, líder juvenil, guerrillero, preso político, negociador, presidente y finalmente sabio global. Cada fase representa un proceso de humanización, cargado de rupturas, aprendizajes y contradicciones, que lo convierten en una guía ética más que en un ícono inalcanzable.
Abordó el concepto de sabotaje como acción fronteriza entre lo violento y lo no violento, y se apoyó en sus propias experiencias en Bosnia, diferenciando entre ataques a infraestructura militar sin afectar vidas humanas, una postura alineada con Mandela, frente a la visión más radical de Gandhi, quien consideraba incluso simbólicamente violenta la bomba.
Mandela, explicó Ameglio Patella, reconoció que la no violencia como táctica tenía límites en contextos de opresión brutal como el Apartheid. Por ello fundó Umkhonto we Sizwe, cuyo objetivo era socavar el sistema sin dañar directamente a personas. Esta distinción ético-política, dijo, es clave para comprender los desafíos actuales de la resistencia civil en México y el mundo.
Otro eje central fue la reflexión sobre la ley como instrumento de poder, especialmente cuando proviene de sistemas antidemocráticos. Mandela, igual que Gandhi, postuló que la conciencia precede a la legalidad. Así, la desobediencia civil se presenta como un grito ético frente a leyes que perpetúan la injusticia.
Pietro Ameglio abordó el trabajo de Desmond Tutu en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (1994–1997), proceso que permitió sanar parcialmente las heridas del Apartheid. Citando el libro Sin perdón no hay futuro, donde puntualizó que el perdón no era ingenuo ni automático: debía estar acompañado por la confesión del victimario, su responsabilidad y, en muchos casos, por la recuperación de cuerpos y verdades silenciadas.
Mandela entendía que sin reconciliación no hay democracia, y que el perdón bien articulado puede ser un acto de poder colectivo.
Invitó a las juventudes: a leer las autobiografías de quienes lucharon con honestidad, como Mandela, Gandhi o el Dalai Lama, y emprender un camino de transformación sin esperar ser perfectos.
Por su parte, la embajadora de Sudáfrica en México, Beryl Rose Sisulu, compartió la relevancia histórica de Nelson Mandela y Desmond Tutu como símbolos globales de reconciliación, justicia y derechos humanos.
Enfatizó los lazos históricos que unen a México y Sudáfrica como naciones que han enfrentado procesos de colonización, discriminación y lucha por la paz; “ustedes como mexicanos tienen una experiencia similar a la nuestra al haber vivido momentos de brutalidad y desigualdad; por eso, consideramos a México un país hermano”.
Dibujó una línea narrativa desde el surgimiento del movimiento armado contra el Apartheid, la fundación del ala militar del Congreso Nacional Africano, hasta el juicio de Rivonia (1964-1964) donde Mandela y otros líderes, incluido su padre, Walter Sisulu, fueron arrestados por más de 200 actos de sabotaje. “Mandela soportó el peso brutal de la opresión y emergió con una visión de reconciliación, paz y unidad”.
La embajadora recordó que Nelson Mandela dedicó 67 años de su vida a luchar por la democracia, y convocó a transformar ese legado en acción; “dediquen 67 minutos de su día para hacer el bien a otros, especialmente a quienes viven en condiciones de vulnerabilidad”, al tiempo que reivindicó la figura de Desmond Tutu, como defensor incansable de los derechos humanos y la justicia racial.
Al finalizar, citó una de las frases más emblemáticas de Mandela: Está en sus manos hacer de este mundo un lugar mejor para todos, especialmente para los pobres, los marginados y los vulnerables.
El evento, transmitido también por redes sociales, contó con la presencia del director de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, doctor Gabriel Pérez Pérez, quien agradeció la participación de autoridades, profesorado, alumnado, personal administrativo e integrantes de la Red de Investigación sobre Cultura de Paz, Justicia e Instituciones Sólidas, encabezada por el doctor Jesús Octavio Elizondo Martínez.
El acto conmemoró el Día Internacional de Nelson Mandela (18 de julio), proclamado por la ONU en 2009 para reconocer su contribución a la cultura de paz y a la defensa de la democracia.
Pérez Pérez recordó que Mandela fue condenado a cadena perpetua por su lucha contra el Apartheid, pero sus ideales de igualdad nunca fueron encerrados y tras 27 años en prisión, fue liberado en 1990, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1993 y se convirtió en el primer presidente de color de Sudáfrica en 1994.
Su legado, subrayó, no solo reside en su resistencia pacífica, sino en su decisión de no buscar venganza, pero sí la reconciliación. En su discurso de toma de protesta como presidente, Mandela afirmó: “Nuestros actos cotidianos deben reafirmar la creencia en la justicia y dar aliento a todas las esperanzas de una vida gloriosa para todos”.
A propuesta del conferencista magistral, la actividad evocó la figura del arzobispo Desmond Tutu, otro referente de la lucha contra el Apartheid y defensor incansable de los derechos humanos. Tutu promovió una Sudáfrica democrática y justa, sin divisiones raciales, mediante la reconciliación y la igualdad; además, su papel en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, creada tras el fin del Apartheid, fue clave para sanar las heridas del país.
Ambos líderes, Mandela y Tutu, representan valores universales que hoy cobran renovada vigencia ante los desafíos globales: violencia, xenofobia, racismo, intolerancia y desigualdad.
Desde la División de Ciencias Sociales y Humanidades y la Red sobre Cultura de Paz, se destacó la importancia de recordar y activar el legado de ambos como parte de una pedagogía para la paz, ya que en palabras del doctor Pérez Pérez: “Actuar pacíficamente desde nuestra Universidad es una forma de responder a los retos del presente y construir un mundo sostenible”.